miércoles, 18 de febrero de 2009

Influencia Veloso

Bajaba los escalones, uno a uno y sentía una especie de emoción, esas emociones que soñaste algún día y que finalmente se tornaban en realidad. Nunca me gustó lo convencional, aunque yo encajo perfectamente en este término, siempre me gustó el opuesto total y finalmente estaba frente a mi: con un short crema, una remera verde, un reciente corte de pelo y una barba a medio afeitar, además de unas zapatillas blancas. Toda este mix de vestuario producía en mi un encanto infinito. Producía en mi toda una extraña admiración. Era como si el mismo Caetano Veloso movía sus labios a propósito para seducirme más y sintiera ese desborde emocional que me producía.

Parado ya en el último escalón observaba sus ligeros movimientos de brazos y manos al ritmo de la canción, es ahí cuando por fin me di cuenta que eso era lo que quería, un encantamiento tal, y mayor a un hechizo propia de una película romántica con excesa cursilería, pero no me importaba, lo tenía a mi lado y jamás quería despegarme de él. Quería que ese momento nunca acabara y que esa luz tenue roja proveniente de una lamparilla en forma de sol en pleno atardecer, alumbrara este momento que desearía fuera infinito.
Mis brazos sobre sus hombros, mis mejillas pegadas a las suyas fueron una explosión de sentimientos sin definición exacta. Tan solo quería estar ahí, a su lado sin tiempos, sin horarios, sin límites, sin obstáculos.

Finalmente ese sentimiento soñado por fin se tornaba en realidad.

lunes, 16 de febrero de 2009